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    La Conquista del Estado (Ramiro Ledesma Ramos)

    Vdesin Ose Vrasin
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    La Conquista del Estado (Ramiro Ledesma Ramos) Empty La Conquista del Estado (Ramiro Ledesma Ramos)

    Mensaje por Vdesin Ose Vrasin Dom Feb 01, 2009 10:40 pm

    A los lectores

    Al publicar el primer
    número de «La Conquista del Estado», nuestra declaración ideológica y
    táctica no puede ser otra que el manifiesto político que con el título
    del periódico se ha difundido en toda España durante las semanas
    últimas. (Véanlo en segunda plana.)
    Nuestro manifiesto político




    Un grupo compacto de
    españoles jóvenes se dispone hoy a intervenir en la acción política de
    un modo intenso y eficaz. No invocan para ello otros títulos que el de
    una noble y tenacísima preocupación por las cuestiones vitales que
    afectan a su país. Y, desde luego, la garantía de que representan la
    voz de estos tiempos, y de que es la suya una conducta política nacida
    de cara a las dificultades actuales. Nadie podrá eludir la afirmación
    de que España atraviesa hoy una crisis política, social y económica,
    tan honda, que reclama ser afrontada y resuelta con el máximo coraje.
    Ni pesimismos ni fugas desertoras deben tolerarse ante ella. Todo
    español que no consiga situarse con la debida grandeza ante los hechos
    que se avecinan, está obligado a desalojar las primeras líneas y
    permitir que las ocupen falanges animosas y firmes.


    La primera gran angustia
    que se apodera de todo español que adviene a la responsabilidad pública
    es la de advertir cómo España –el Estado y el pueblo españoles– vive
    desde hace casi tres siglos en perpetua fuga de sí misma, desleal para
    con los peculiarísimos valores a ella adscritos, infiel a la
    realización de ellos, y, por tanto, en una autonegación suicida, de tal
    gravedad, que la sitúa en las lindes mismas de la descomposición
    histórica. Hemos perdido así el pulso universal. Nos hemos
    desconexionado de los destinos universales, sin capacidad ni denuedo
    para extirpar las miopías atroces que hasta aquí han presidido todos
    los conatos de resurgimiento. Hoy estamos en la más propicia coyuntura
    con que puede soñar pueblo alguno. Y como advertimos que los hombres de
    la política usual –monárquicos y republicanos–, las agrupaciones que
    los siguen y los elementos dispersos que hasta aquí han intervenido en
    las elaboraciones decisivas, no logran desligarse de las mediocres
    contexturas del viejo Estado, nosotros, al margen de ellos, frente a
    ellos, más allá que ellos, sin división lateral de derechas e
    izquierdas, sino de lejanías y de fondos, iniciamos una acción
    revolucionaria en pro de un Estado de novedad radical.


    La crisis política y
    social de España tiene su origen en la crisis de la concepción misma
    sobre que se articula el Estado vigente. En todas partes se desmorona
    la eficacia del Estado liberal burgués, que la revolución francesa del
    siglo XVIII impuso al mundo, y los pueblos se debaten hoy en la gran
    dificultad de abrir paso a un nuevo Estado, en el que sean posibles
    todas sus realizaciones valiosas. Nosotros nos encaminamos a la acción
    política con la concreta ambición de proyectar sobre el país las
    siluetas de ese nuevo Estado. E imponerlo. Una tarea semejante
    requiere, ante todo, capacidad para desvincularse de los mitos
    fracasados. Y la voluntad de incorporarnos, como un gran pueblo, a la
    doble finalidad que caracteriza hoy a las naciones: de un lado, la
    aportación al espíritu universal de nuestra peculiaridad hispánica, y
    de otro, la conquista de los resortes técnicos, la movilización de los
    medios económicos, la victoria sobre intereses materiales y la justicia
    social.


    Las columnas centrales de nuestra actuación serán estas:

    Supremacía del Estado

    El nuevo Estado será
    constructivo, creador. Suplantará a los individuos y a los grupos, y la
    soberanía última residirá en él, y sólo en él. El único intérprete de
    cuanto hay de esencias universales en un pueblo es el Estado, y dentro
    de éste logran aquéllas plenitud. Corresponde al Estado, asimismo, la
    realización de todos los valores de índole política, cultural y
    económica que dentro de este pueblo haya. Defendemos, por tanto, un
    panestatismo, un Estado que consiga todas las eficacias. La forma del
    nuevo Estado ha de nacer de él y ser un producto suyo. Cuando de un
    modo serio y central intentamos una honda subversión de los contenidos
    políticos y sociales de nuestro pueblo, las cuestiones que aludan a
    meras formas no tienen rango suficiente para interesarnos. Al hablar de
    supremacía del Estado se quiere decir que el Estado es el máximo valor
    político, y que el mayor crimen contra la civilidad será el de ponerse
    frente al nuevo Estado. Pues la civilidad –la convivencia civil– es
    algo que el Estado, y sólo él, hace posible. ¡¡Nada, pues, sobre el
    Estado!!


    Afirmación nacional

    Frente al interior
    desquiciamiento que hoy presenciamos, levantamos bandera de
    responsabilidad nacional. Nos hacemos responsables de la Historia de
    España, aceptando el peculiarísimo substrato nacional de nuestro
    pueblo, y vamos a la afirmación de la cultura española con afanes
    imperiales. Nada puede hacer un pueblo sin una previa y radical
    exaltación de sí mismo como excelencia histórica. ¡Que todo español
    sepa que si una catástrofe geológica destruye la Península o un pueblo
    extranjero nos somete a esclavitud, en el mundo dejan de realizarse
    valores fundamentales! Más que nunca la vida actual es difícil, y hay
    que volver en busca de coraje a los sentimientos elementales que
    mantienen en tensa plenitud los ánimos. El sentido nacional y social de
    nuestro pueblo –pueblo ecuménico, católico– será éste: ¡El mundo
    necesita de nosotros, y nosotros debemos estar en nuestro puesto!


    Exaltación universitaria

    Somos, en gran parte,
    universitarios. La Universidad es para nosotros el órgano supremo
    –creador– de los valores culturales y científicos. Pueblos sin
    Universidad permanecen al margen de las elaboraciones superiores. Sin
    cultura no hay tensión del espíritu, como sin ciencia no hay técnica.
    La grandeza intelectual y la preeminencia económica son imposibles sin
    una Universidad investigadora y antiburocrática.


    Articulación comarcal de España

    La primera realidad
    española no es Madrid, sino las provincias. Nuestro más radical afán ha
    de consistir, pues, en conexionar y articular los alientos vitales de
    las provincias. Descubriendo sus mitos y lanzándolas a su conquista.
    Situándolas ante su dimensión más próspera. Por eso el nuevo Estado
    admitirá como base indispensable de su estructuración la íntegra y
    plena autonomía de los Municipios. Ahí está la magna tradición española
    de las ciudades, villas y pueblos como organismos vivos y fecundos. No
    hay posibilidad de triunfo económico ni de eficacia administrativa sin
    esa autonomía a que aludimos. Los Municipios autónomos podrán luego
    articularse en grandes confederaciones o comarcas, delimitadas por un
    margen de exigencias económicas o administrativas, y, desde luego, bajo
    la soberanía del Estado, que será siempre, como antes insinuamos,
    indiscutible y absoluta. Para vitalizar el sentido comarcal de España,
    nada mejor que someter las comarcas a un renacimiento que se realice al
    amparo de realidades actualísimas y firmes.


    Estructura sindical de la economía

    No pudieron sospechar
    los hacedores del Estado liberal burgués las rutas económicas que iban
    a sobrevenir en lo futuro. La primera visión clara del carácter de
    nuestra civilización industrial y técnica corresponde al marxismo.
    Nosotros lucharemos contra la limitación del materialismo marxista, y
    hemos de superarlo; pero no sin reconocerle honores de precursor muerto
    y agotado en los primeros choques. La economía industrial de los
    últimos cien años ha creado poderes e injusticias sociales frente a las
    que el Estado liberal se encuentra inerme. Así el nuevo Estado impondrá
    la estructuración sindical de la economía, que salve la eficacia
    industrial, pero destruya las «supremacías morbosas» de toda índole que
    hoy existen. El nuevo Estado no puede abandonar su economía a los
    simples pactos y contrataciones que las fuerzas económicas libren entre
    sí. La sindicación de las fuerzas económicas será obligatoria, y en
    todo momento atenida a los altos fines del Estado. El Estado
    disciplinará y garantizará en todo momento la producción. Lo que
    equivale a una potenciación considerable del trabajo. Queda todavía aún
    más por hacer en pro de una auténtica y fructífera economía española, y
    es que el nuevo Estado torcerá el cuello al pavoroso y tremendo
    problema agrario que hoy existe. Mediante la expropiación de los
    terratenientes. Las tierras expropiadas, una vez que se nacionalicen,
    no deben ser repartidas, pues esto equivaldría a la vieja y funesta
    solución liberal, sino cedidas a los campesinos mismos, para que las
    cultiven por sí, bajo la intervención de las entidades municipales
    autónomas, y con tendencia a la explotación comunal o cooperativista.


    Del breve resumen anterior deducimos nuestra dogmática, a la que seremos leales hasta el fin. Y es ésta:

    1.º Todo el poder corresponde al Estado.

    2.º Hay tan sólo libertades políticas en el Estado, no sobre el Estado ni frente al Estado.

    3.º El mayor valor político que reside en el hombre es su capacidad de convivencia civil en el Estado.

    4.º Es un imperativo de nuestra época la superación radical, teórica y práctica del marxismo.

    5.º Frente a la sociedad y el Estado comunista oponemos los valores jerárquicos, la idea nacional y la eficacia económica.

    6.º Afirmación de los valores hispánicos.

    7.º Difusión imperial de nuestra cultura.

    8.º Auténtica
    elaboración de la Universidad española. En la Universidad radican las
    supremacías ideológicas que constituyen el secreto último de la ciencia
    y de la técnica. Y también las vibraciones culturales más finas. Hemos
    de destacar por ello nuestro ideal en pro de la Universidad magna.


    9.º Intensificación de la cultura de masas, utilizando los medios más eficaces.

    10.º Extirpación de los
    focos regionales que den a sus aspiraciones un sentido de autonomía
    política. Las grandes comarcas o Confederaciones regionales, debidas a
    la iniciativa de los Municipios, deben merecen, por el contrario, todas
    las atenciones. Fomentaremos la comarca vital y actualísima.


    11.º Plena e integral
    autonomía de los Municipios en las funciones propia y tradicionalmente
    de su competencia, que son las de índole económica y administrativa.


    12.º Estructuración sindical de la economía. Política económica objetiva.

    13.º Potenciación del trabajo.

    14.º Expropiación de los
    terratenientes. Las tierras expropiadas se nacionalizarán y serán
    entregadas a los Municipios y entidades sindicales de campesinos.


    15.º Justicia social y disciplina social.

    16.º Lucha contra el farisaico pacifismo de Ginebra. Afirmación de España como potencia internacional.

    17.º Exclusiva actuación
    revolucionaria hasta lograr en España el triunfo del nuevo Estado.
    Métodos de acción directa sobre el viejo Estado y los viejos grupos
    políticos sociales del viejo régimen.


    Nuestra organización

    Nacemos con cara a la
    eficacia revolucionaria. Por eso no buscamos votos, sino minorías
    audaces y valiosas. Buscamos jóvenes equipos militantes, sin
    hipocresías frente al fusil y a la disciplina de guerra. Militares
    civiles que derrumben la armazón burguesa y anacrónica de un
    militarismo pacifista. Queremos al político con sentido militar, de
    responsabilidad y de lucha. Nuestra organización se estructurará a base
    de células sindicales y células políticas. Las primeras se compondrán
    de diez individuos, pertenecientes, según su nombre indica, a un mismo
    gremio o sindicato. Las segundas, por cinco individuos de profesión
    diversa. Ambas serán la unidad inferior que tenga voz y fuerza en el
    partido. Para entrar en una célula se precisará estar comprendido entre
    los diez y ocho y cuarenta y cinco años. Los españoles de más edad no
    podrán intervenir de un modo activo en nuestras falanges.
    Inmediatamente comenzará en toda España la organización de células
    sindicales y políticas, que constituirán los elementos primarios para
    nuestra acción. El nexo de unión es la dogmática que antes expusimos,
    la cual debe ser aceptada y comprendida con integridad para formar
    parte de nuestra fuerza. Vamos al triunfo y somos la verdad española.
    Hoy comenzamos la publicación de nuestro periódico, LA CONQUISTA DEL
    ESTADO, que primero será semanal y haremos diario lo antes posible.


    Las adhesiones, así como
    la solicitación de detalles explicativos, deben enviarse a nombre del
    presidente, a nuestras oficinas, Avenida de Dato, 7, planta D. Madrid.
    Ha de consignarse en ellas con toda claridad el nombre, edad, profesión
    y domicilio.


    El Comité Organizador



    Presidente, Ramiro Ledesma Ramos; Ernesto Giménez Caballero, Ricardo de Jaspe Santoma, Manuel Souto Vilas, Antonio Bermúdez Cañete, Francisco Mateos González, Alejandro M. Raimúndez, Ramón Iglesias Parga, Antonio Riaño Lanzarote, Roberto Escribano Ortega; secretario, Juan Aparicio López.

      Fecha y hora actual: Jue Mayo 09, 2024 9:29 pm